¿Cómo afecta la carga mental en el estrés?

Las exigencias psicosociales del lugar de trabajo moderno, con frecuencia no se corresponden con las necesidades y capacidades de los trabajadores, lo que puede producir estrés y problemas de salud.

Los factores psicosociales que inciden en el estrés laboral tienen que ver con las demandas de la situación (contexto laboral) y con las características del individuo.

La carga mental, podemos definirla como el conjunto de requerimientos mentales, cognitivos o intelectuales a los que se ve sometido el trabajador a lo largo de su jornada laboral, es decir, el nivel de actividad mental
necesario para desarrollar un trabajo.

Se entiende el grado de movilización, el esfuerzo intelectual que debe realizar el trabajador para hacer frente al conjunto de demandas que recibe el sistema nervioso en el curso de realización de su trabajo. Este factor valora la carga mental a partir de los siguiente indicadores:

  • Las presiones de tiempo, contempladas a partir del tiempo asignado a la tarea, la recuperación de retrasos y el tiempo de trabajo con rapidez.
  • Esfuerzo de atención. Éste viene dado, por una parte, por la intensidad o el esfuerzo de concentración o reflexión necesarios para recibir las informaciones del proceso y elaborar las respuestas adecuadas y por la constancia con debe ser sostenido este esfuerzo. El esfuerzo de atención puede incrementarse en función de la frecuencia de aparición de posibles incidentes y las consecuencias que pudieran ocasionarse durante el proceso por una equivocación del trabajador. Este aspecto es evaluado considerando la intensidad de la atención y el tiempo que debe mantenerse y aspectos que la incrementan como la frecuencia y las consecuencias de los errores.
  • La fatiga percibida. La fatiga es una de las principales consecuencias que se desprenden de una sobrecarga de las exigencias de la tarea.
  • El número de informaciones que se precisan para realizar la tarea y el nivel de complejidad de las mismas son dos factores a considerar para determinar la sobrecarga. Así, se mide la cantidad de información manejada y la complejidad de esa información.
  • La percepción subjetiva de la dificultad que para el trabajador tiene su trabajo.

Estas condiciones o tensiones, se manifiestan a corto plazo, a través de procesos conocidos como «estrés» e incluyen diversos aspectos de la salud, tanto física como mental y social.

Se trata de mecanismos:

  • Emocionales: sentimientos de ansiedad, depresión, alienación, apatía, etc.;
  • Cognitivos: tener dificultades para acordarse de las cosas, para pensar de forma clara, no poder concentrarse, ni tomar decisiones, etc.;
  • Comportamentales: no tener ganas de hablar con nadie, de estar con gente, sentirse agobiado, infeliz, no poder dormir bien, comer compulsivamente, abusar del alcohol, tabaco, etc.; y
  • Fisiológicos: problemas de gástricos, dolor en el pecho, tensión en los músculos, dolor de cabeza, sudar más, marearse, falta de aire, etc.

Como podemos darnos cuenta, un trabajador con estrés producida por las tensiones que genera la carga mental del trabajo, está propenso a sufrir más enfermedades, a tener menor motivación, a sentirse triste y frustrado, a ser menos productivo y a tener un desequilibrio mental como físico, que conlleva una baja producción en sus tareas y a ser un factor de riesgo tanto como en su persona como para quienes le rodean, ya sea en su centro de trabajo o en su familia.

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Sobrecarga de trabajo y estrés

 

La sobrecarga de trabajo y el estrés son dos problemas comunes en el entorno laboral que pueden tener un impacto negativo en la salud física y mental de las personas. La sobrecarga de trabajo ocurre cuando se asigna a un individuo más trabajo del que puede manejar adecuadamente en un período de tiempo determinado. Esto puede deberse a una variedad de factores, como plazos ajustados, falta de recursos o una carga de responsabilidad excesiva.

La sobrecarga de trabajo puede generar estrés, que es una respuesta física y emocional a la presión o demandas excesivas. El estrés laboral crónico puede tener efectos perjudiciales en la salud y el bienestar de una persona. Algunos de los efectos negativos incluyen agotamiento, disminución de la productividad, dificultades para concentrarse, irritabilidad, ansiedad, depresión y problemas físicos como dolores de cabeza o trastornos del sueño.

Para hacer frente a la sobrecarga de trabajo y el estrés, es importante tomar medidas activas para gestionarlos. Aquí hay algunas estrategias que pueden ayudar:

  1. Establecer límites: Aprende a decir “no” cuando te sientas abrumado/a y establece límites claros en cuanto a la cantidad de trabajo que puedes manejar.
  2. Priorizar tareas: Identifica las tareas más importantes y urgentes y enfócate en completarlas primero. Esto te ayudará a mantener el enfoque y a evitar sentirte abrumado/a por una larga lista de tareas pendientes.
  3. Delegar: Si es posible, asigna algunas de tus responsabilidades a otros colegas o busca ayuda cuando sea necesario. La delegación adecuada puede aliviar la carga de trabajo y permitirte concentrarte en las tareas más importantes.
  4. Organización y planificación: Utiliza herramientas de gestión del tiempo, como listas de tareas o calendarios, para ayudarte a organizar y planificar tus actividades. Esto te permitirá administrar mejor tu tiempo y recursos.
  5. Autocuidado: No descuides tu bienestar físico y emocional. Dedica tiempo regularmente a actividades que te ayuden a relajarte y recargar energías, como hacer ejercicio, practicar técnicas de respiración o meditación, y mantener una buena calidad de sueño.
  6. Comunicación: Si sientes que la carga de trabajo es insostenible, comunícate con tu supervisor o colegas para buscar soluciones. Es posible que se puedan hacer ajustes en la asignación de tareas o recursos para aliviar la presión.

Recuerda que cada persona es diferente, por lo que es importante encontrar las estrategias que funcionen mejor para ti. Si experimentas una sobrecarga de trabajo y estrés constantes que afectan significativamente tu bienestar, considera buscar apoyo adicional de un profesional de la salud o recursos disponibles en tu lugar de trabajo, como programas de bienestar o asesoramiento.